martes, 31 de marzo de 2009

Murió Raúl Alfonsín


Dr. Raúl Ricardo Alfonsín
Presidente de la Nación
(1983 - 1989)
Q.E.P.D

En 1985, Alfonsín era Presidente de una Nación que se enfrentaba a un pasado y a un presente atroz. En ese año, me tocó en suerte nacer. Desde chico pude ver cómo la figura de Raúl, como lo llamábamos en mi familia, se agigantaba con el paso de los años tanto por su propio mérito, como por la distancia cada vez mayor entre el sueño que alumbó en 1983 y lo que los argentinos construimos en los años venideros.

En ese semblante adusto, pero siempre gentil, se podía adivinar el dolor del hombre que ve al sueño de su vida alejarse cada vez más. Contando como únicas armas la palabra, el consenso y el respeto por el adversario circunstancial, intentó desde el lugar que le tocara ocupar construir ciudadanía.

Nunca bajó los brazos: no estaba en su naturaleza. Le tocó presidir a la Nación en un momento crítico de su Historia. La Argentina era, en 1983, un país quebrado en todo sentido tras siete años de dictadura genocida. Alfonsín quiso reparar esas heridas con el bálsamo del respeto y el diálogo, que lamentablemente no fueron apreciados en su justa medida por la oposición de entonces que miraba, nostálgica, un pasado de balas y botas. Con aciertos y errores, siempre estuvo del lado de los que queríamos vivir en paz y libertad, bajo el respeto irrestricto de la libertad del Hombre, de la Ley y de los Derechos Humanos.

Hoy, se fue el hombre que peleó por una democracia mejor y que tuvo el coraje de liderarla en su etapa más difícil. Se va también un amigo de mi familia, aquel que comía los fideos del domingo en casa de mis abuelos en Flores ó Chascomús y que compartía largas charlas con mis tios en su pueblo natal.

Adiós Raúl.

sábado, 21 de marzo de 2009

Se adelantan las elecciones; ¿se atrasa la crisis?

Nubes en las cumbres
Foto tomada por Gonzalo Ciarleglio

La semana pasada la Vocera del Presidente nos hizo saber que se adelantarían las elecciones para no someter a la sociedad a los inoportunos vaivenes de la democracia en medio de la actual crisis económica. Eso sí, se encargó de ratificar su incuestionable voluntad democrática tras hacer precisamente lo que su esposo había criticado en una de sus habituales diatribas en el acto de cierre de la campaña de Catamarca.


Que la crisis está entre nosotros no es una novedad: la fuga de capitales comenzó a mediados de 2007, aunque los por entonces altísimos precios de las materias primas permitían compensarla gracias a las enormes liquidaciones de divisas de los productores sojeros. La confianza del consumidor empezó a mermar en febrero de 2007, justo un mes después de la cuestionada intervención al Indec. La economía argentina ya se estaba enfriando al ritmo de la inflación desbocada mucho antes del conflicto con el campo y de la quiebra de Lehman Brothers.


Esta descomposición de la economía llevó al matrimonio gobernante a emprender desesperadas medidas para salvar "el modelo": primero fue la 125, después vinieron los planes de bicicletas y heladeras y, ahora, la coparticipación de retenciones. Esta última medida empujó a los productores agropecuarios a las rutas, hartos de las retenciones cobradas sobre precios en baja, la sequía y las dilaciones oficiales en reuniones que llegan a poco y nada. Y algo que hoy no se menciona en la prensa: a fines de febrero, el Gobierno pensaba en estatizar el comercio exterior de granos. Nadie sabe en qué quedó esa idea.


Si examinamos las anteriores experiencias electorales, veremos que unos meses antes de los comicios la economía tiende a enfriarse por la incertidumbre del resultado. Esta vez, esa incertidumbre es mayor que otras: los Kirchner están en una posición política muy incómoda, perdiendo "aliados" a medida que la crisis les erosiona la caja. Como bien dice Elisa Carrió, Kirchner aún tiene capacidad de daño. Se sabe que en octubre el país estará sintiendo de lleno los efectos de la crisis global, y la merma de dirigentes K habrá puesto en riesgos aún más serios que los actuales al oficialismo. Se sabe también que el país requiere medidas urgentes y para nada apetecibles para el electorado para poder superar los efectos de la recesión. Suena cada vez con más fuerza la posibilidad de recurrir a un crédito del FMI para superar los vencimientos de la deuda externa de 2009-2010, cosa que a un Gobierno que hizo de la lucha contra el Fondo un puntal de su ideología se verá en serias dificultades de justificar ante una opinión pública cada vez más descreída.


Además, estas elecciones caen en un escenario de creciente tensión con el campo. La reciente medida de coparticipación de las retenciones es una estrategia desesperada para lubricar la maquinaria electoral del populismo gobernante comprando las voluntades de los dirigentes del interior. Lo peor es que estos dirigentes volcarán esos fondos hacia tácticas clientelistas harto conocidas en la Nación. En tiempos electorales, la manipulación de los pobres se vuelve cada vez más urgente para el partido de gobierno, que paradójicamente nació a mediados del siglo XX para defender los intereses de los más humildes. La creación del Fondo Solidario es, también, un intento de dejar sin argumentos a los productores rurales. Ahora, bajar las retenciones es imposible ya que las provincias están recibiendo esos fondos. Este, vale recordar, era uno de los reclamos del sector en 2008. Pero esta medida esconde dos cuestiones de fondo: el federalismo y la distribución del ingreso.


En lo que respecta al federalismo, es obvio que no puede construirse un país federal cuando la Nación concentra una enorme cantidad de dinero en sus garras para distribuirlas a los dirigentes provinciales y municipales a su antojo. La Constitución de 1994 ordena la sanción de una nueva Ley de Coparticipación (la actual es de 1988) para... 1996!!!! Es decir, llevamos trece años de demora en cumplir el mandato de la Carta Magna, exponiendo otro serio problema que hace imposible la construcción de un país: respetar los pactos que nos unen como sociedad. La Constitución es la expresión jurídica del contrato social que nos permite vivir a todos dentro de unas reglas comunes. Como bien expresó el titular de la UCR Gerardo Morales, adelantar las elecciones "es romper un vínculo".


En lo que hace a la distribución del ingreso, es claro también que los seis años de furioso intervencionismo K en la economía no lograron revertir las humillantes condiciones de vida de millones. Si bien es verdad que se ha creado empleo y se bajó la pobreza, los factores estructurales que la provocan siguen ahi. Léase: clientelismo, manejo discrecional de los fondos del Estado, sistema impositivo anacrónico, monopolios amparados al calor de las necesidades políticas del momento (caso de la fusión Cablevisión-Multicanal y la televisación del fútbol, hoy en la mira del poder con el proyecto de la nueva Ley de Radiodifusión). A pesar de las críticas de tribuna que el matrimonio hace al capitalismo, hoy la Argentina estaría mejor parada frente a la crisis si los productores hubiesen podido quedarse con lo que el Estado les quitó en concepto de retenciones amparados en que recibían una "renta extraordinaria". En una economía capitalista, el lucro es el motor, y no el villano, del progreso material de la sociedad. Las empresas impulsan el desarrollo tecnológico porque quieren ganar más con tecnologías más modernas y menos costosas, y el Estado recauda más en concepto de impuesto a las Ganancias para luego construir hospitales, escuelas y la necesaria infraestructura. Esa es la distribución del ingreso que se aplica en una sociedad moderna, y no estos draconianos impuestos a la producción como las retenciones.


¿Cuál será la sorpresa que nos prepara el mago Néstor, que no es Mandrake? Sólo Néstor lo sabe... ¿lo sabrá?

jueves, 5 de marzo de 2009

A cinco años


Hoy se cumplen cinco años de la muerte de Juan Castro. En aquel 5 de marzo de 2004 perdimos no sólo a un periodista genial, sino sobre todo a una persona íntegra. Y eso es lo que más duele. En esa madrugada se apagaron para siempre esos ojos verdes que miraban y lo mostraban todo, sin discriminación y siempre con un profundo sentido ético. Cada palabra, gesto y mirada; cada lágrima y sonrisa brotaban de ese ser maravilloso que es Juan con una bonhomía que jamás he visto en mi vida.

Por supuesto que tuvo sus errores. "Tenía todo para ser feliz", escuché decir innumerables veces. ¿Lo tenía? Su vida fue una búsqueda constante de eso tan voluble que llamamos "felicidad", y la emprendió con aciertos y errores, encuentros y desencuentros. Como escribió la periodista Sandra Russo en Página 12 hace cinco años, "no ofreció a nadie en sacrificio, se expuso él".

Macedonío Fernández, escritor y pensador argentino del siglo XX, compuso unos versos tras la muerte de su amada que dicen: "Mientras duró, de todo hizo placer. Cuando se fué, nada dejó que no doliera". Hoy, esas palabras son más ciertas que nunca.

Juan, siempre Juan. Nunca te olvidaremos.