sábado, 14 de junio de 2008

Sunset Boulevard



Escena final de "Sunset Boulevard" (1950) (Inglés solamente)

En 1950, se estrenó la película "Sunset Boulevard", de Billy Wilder. En aquella obra maestra del film noir, se contaba la historia de Norma Desmond, una actriz popular de los años del cine mudo que tuvo, al igual que la actriz que le da vida, Gloria Swanson, que retirarse cuando llegó el cine sonoro. Desmond vivió, desde entonces, en el mundo de fantasía que su propia soberbia montó en su mansión plena del exotismo y el lujo de los años '20; mientras, espera que le llegue la oportunidad del regreso a la pantalla grande. Cierto dia, el chimpancé que tenía como mascota muere. Joe Gillis, guionista en serias dificultades económicas, llega a la casa por accidente y Norma lo confunde con el empleado de la funeraria que debía enterrar al mono muerto. Él la reconoce y le dice que había sido una gran actriz. Ella le contesta con una de las frases más memorables de la película: "¡Yo soy grande! ¡Son las películas las que se volvieron pequeñas!" Luego de una enfermiza relación amorosa, Gillis es asesinado de un tiro en la espalda por Norma tras una discusión y ella termina completamente hundida en su mundo de fantasía.

Los argentinos vivimos hoy nuestro Sunset Boulevard. La economía entra en una especie de lento atardecer ("sunset"), que comenzó antes del paro agrario. Una situación enfermiza se desarrolla en las rutas: los transportistas van a la huelga para que el campo vuelva al trabajo. En el medio, se dan situaciones de violencia verbal: desengaños, chicanas, insultos que van y que vienen entre sectores que dependen el uno del otro. Mientras tanto, la sociedad mira este espectáculo con una mezcla de enojo y lástima tal como el director Cecil De Mille habrá sentido cuando se enteró que lo único que el estudio quería de Norma era su automóvil clásico.

¿En dónde están los que tienen el poder? Encerrados en los coquetos salones de la Casa Rosada o de Olivos, con sus carteras europeas, sus diamantes, sus peleas por ver qué funcionaria tiene el mejor push-up (así publicó el diario Perfil en su edición online de hoy). Como Norma, pareciera vivir en un mundo de fantasía, adulada por las cartas de sus admiradores que, en realidad, le mandaba su mayordomo, a la sazón su primer marido.

Pero el conflicto ya ha sido ganado por el Gobierno. Norma es grande, amada por la gente, con su INDEC controlado por el mayordomo, con su cama en forma de góndola veneciana, su teléfono blanco, sus tules y arañas de cristal colgando de una casa cuyo techo se derrumba y que, dia a dia, es devorada por la maleza. Pero a Norma no le importa. Sólo quiere volver a las películas y que las cámaras de los noticieros no paren de rodar frente a ella. Después de todo, los políticos y los actores de cine o televisión se parecen cada vez más.

Joe Gillis y Norma Desmond son dos caras de una misma moneda, como el campo y el Gobierno. El tiro por la espalda que acaba con la vida de Gillis muestra que tanto él como ella son ya incapaces de salir de esa locura en la que están atrapados. Temo que los incidentes de hoy en Gualeguaychú nos acercan a ese tan temido lugar. En definitiva, si Joe Gillis no hubiese necesitado dinero, Norma Desmond sólo habría enterrado un chimpancé en un ataúd de satín blanco.

1 comentario:

Denis Fernández dijo...

En Sunset Boulevard se tendría que convertir nuestra Plaza de Mayo. Ese lugar que albergó a los mayores próceres de nuestra historia.

Finalmente, Cristina se salió con la suya. Le tiró el problema al Parlamento, se lavó las manos, los del campo salen perdiendo igual. Kirchner contento, ganó la pulseada, y el que queda mal parado ahora es el campo.

Alguno de los dos en cuestión (Campo o Gobierno) iba a salir a salir ileso de la locura de la que hablás. No hubo tiros por la espalda...hubo un garrotazo en medio de la frente.

Tenía que ganar alguien, ¿no?