miércoles, 24 de junio de 2009

¿Pino segundo?

Pino Solanas
(Fuente: Proyecto Sur Rosario)

Según las últimas encuestas difundidas, Pino Solanas, cineasta y candidato a diputado por Proyecto Sur, obtendría el segundo lugar en las elecciones en la Capital, desplazando a Alfonso Prat-Gay del ACyS.

Varias razones pueden enumerarse para explicar este fenómeno. Por un lado, el propio Pino sostuvo una militancia y un compromiso con sus ideas desde, por lo menos, la década del '60. Su obra cinematográfica primero, y su actividad en la vida pública después, son un muestrario de ideas de las que nunca abjuró mientras el resto de la clase política disfrutaba la fiesta menemista. Cuando el patrimonio público se remataba a precio vil, la de Pino era una de las pocas voces que se escuchaban denunciando tremendo latrocinio al tejido social argentino, incluso a costa de su propia integridad física. En una época de sindicalistas de traje que veraneaban en Egipto con tarjetas de lujo, Pino no dudó en denunciar que miles de compatriotas se quedaban sin trabajo y eran condenados a la miseria más abyecta. Se puede estar de acuerdo o no con las ideas de Solanas, pero no se puede ignorar su compromiso con ellas ni con su país.

Por otro lado, vienen las razones coyunturales. Según los analistas políticos de los grandes diarios, la elección de Carlos Heller (banquero cercano al Partido Comunista) como candidato del kirchenrismo porteño alejó a los tradicionales votantes justicialistas del espacio K. Estos ciudadanos encontraron en Pino una voz que, si bien desde la izquierda, incorporó en sus propuestas muchos de los postulados originales de peronismo.

También recibe Proyecto Sur a los electores radicales que han quedado desencantados con la figura de Alfonso Prat Gay, quien tras el debate del miércoles pasado en "A Dos Voces" acentuó su parecido a un candidato del Pro que a un discípulo de Raúl Alfonsín. Incluso el propio Solanas repite desde hace tiempo, y se lo dijo en la cara la semana pasada, que Prat Gay viene de la Banca Morgan y que propone volver a los '90 y al FMI. En el huérfano electorado progresista de la Capital, esto obviamente sonó encantador.

Pino definitivamente tiene asegurado el tercer lugar, ya que la distancia con Heller es irremontable. Además, Kirchner no puede traccionarle votos a su candidato en Capital: sus apariciones en este distrito pueden contarse con los dedos de una mano por la sencilla razón de que K produce un rechazo muy fuerte en el electorado porteño. Heller, para colmo, tiene que justificar todo lo que ha hecho el Gobierno Nacional en seis años, y que los porteños no le perdonan. ¿Cómo ganar en un distrito que ha sido acusado de "soberbio" y de "votar como en una isla" por Alberto Fernández en 2007, o de hogar para los oligarcas de las ciudades en 2008? ¿Cómo triunfar en Capital cuando la candidata Michetti es la que mayor intención de voto tiene, y además proviene de una fuerza que desde que gobierna no hace más que denunciar los obstáculos que el gobierno K le pone? Si vemos las encuestas, la mayoria de los porteños le creen al Pro. El argumento que dice que "la oposición podría ganarle a Macri si fuese unida" es impracticable: Pino, Prat Gay y Heller no son compatibles.

¿Pino segundo? Es muy probable. Sólo lo sabremos con certeza el domingo a la noche.

lunes, 22 de junio de 2009

Devaluar o no devaluar



Desde hace varios meses circula insistente el rumor de que, tras las elecciones legislativas, el Gobierno anunciará una nueva devaluación del peso.

En 2002, tras once años de convertibilidad, Argentina decidió desvalorizar su moneda para poder corregir los graves desequilibrios macroeconómicos que aquejaban a su economía: el tipo de cambio 1 a 1 favorecía la importación de productos extranjeros en desmedro de la producción y el empleo nacional, además de obligar al Gobierno a un delicado equilibrio en las medidas que tomaba para poder sacar al país de la recesión. En un esquema de tipo de cambio fijo, la cantidad de moneda en circulación ("oferta monetaria" en sus diferentes medidas) no puede ser determinado por el Banco Central a través de la política monetaria. Por ejemplo, cuando la economía amenaza con enfriarse, países como Estados Unidos o Brasil simplemente recortan la tasa de interés para aumentar la cantidad de dinero que se presta a través de los bancos, además de hacer más atractivos los créditos al consumo (los famosos "planes de cuotas"). Si al consumidor se le cobra menos recargo por usar la tarjeta de crédito o por comprar un lavarropas en cuotas,entonces estará más dispuesto a endeudarse para financiar sus gastos.

En cambio, en la Argentina de la Convertibilidad esto no era posible. Por ley, el Banco Central estaba obligado a entregar un peso por cada dólar que ingresaba al país y viceversa. Por lo tanto, la cantidad de pesos en circulación está fuertemente relacionada con la cantidad de moneda extranjera que entra a las arcas del Central. En un contexto de desconfianza y fuga de capitales como el de 2001, los "inversores" (categoría heterogénea que incluye desde a aquel que pone plata en la producción genuina de bienes y servicios, hasta los fondos buitres) se desprenden de los pesos que tienen y demandan dólares. El BCRA no tenía más remedio que entregarlos al precio que fijaba la ley, sin tener la posibilidad de dejar los pesos en circulación para estimular la demanda ya que eso contaría como "emisión sin respaldo", expresamente prohibida por la Ley de Convertibilidad: los dólares que respaldaban a esos pesos simplemente ya no están en el banco. De ahi vino el fenomenal robo de los ahorros privados conocido como "corralito" y "corralón", que aun hoy no encuentran justicia. En tal circuntancia, la única solución posible era devaluar.

Tras seis años de crecimiento económico récord de la economía, financiado especialmente por la cantidad de pesos que las autoridades monetarias pudieron poner en circulación al no tener la exigencia legal de respaldarlos con dólares ("tipo de cambio competitivo") estamos nuevamente frente a la disyuntiva de 2001: devaluar o no devaluar. En el período 2002 - 2009, la inflación, incluso según los cuestionados índices del INDEC, superó ampliamente el 100 % acumulado. Esto causó que el tipo de cambio nominal, hoy en 3,78 pesos por dólar, tenga menos poder de compra que lo que tenía, por ejemplo, en 2003 cuando registró ese mismo valor. Además, al encarecerse los productos nacionales gracias a la inflación, junto con el aumento del poder adquisitivo producido por las mejoras salariales y la recuperación de la economía nacional, aumentó la compra de bienes importados. A eso hay que sumarle un aumento sustancial en la presión tributaria, ubicada hoy en niveles récord y organizada de manera regresiva, afectando principalmente los ingresos de los pobres. A la estructura tributaria socialmente excluyente de los '90, se le sumaron impuestos a la producción como las retenciones a las exportaciones.

Por lo tanto, todos estos factores confluyen en renovados pedidos por más devaluación. Por un lado, a los industriales se les complica exportar si tienen una inflación interna elevada, un dólar casi fijo y un persistente aumento en las importaciones. Al campo también se le hace más difícil su labor: el nivel fijo de retenciones, combinado con precios de los granos en baja (o a niveles mucho menores que los récords de mediados de 2008) y costos internos en alza provoca mermas en la producción. Dado que el Estado no está dispuesto a resignar ingresos por retenciones, ni tampoco a embarcarse en ajustes al gasto público, la solución más simple que aparece a la vista es una nueva devaluación.

¿Qué efectos provocaría una nueva devaluación? Por un lado, los dólares que entran gracias al comercio exterior valdrían más en pesos. Eso significa un aumento inmediato en la recaudación por retenciones, Ganancias e Ingresos Brutos, además de mejorar la caja de los productores. Por otro lado, dada la larga historia inflacionaria argentina, los precios internos suelen acompañar la suba del dólar: más inflación. Como varias veces se reiteró en este espacio, los principales perjudicados por la inflación son los pobres: medidos en dólares, los sueldos se reducen al mismo tiempo que las ganancias de las empresas se multiplican por idéntica cantidad si facturan en moneda extranjera. Por lo tanto, se produce una impresionante transferencia de recursos de los sectores más pobres a los más ricos, empeorando la ya escandalosa distribución del ingreso. Mientras tanto, las empresas mineras, petroleras y pesqueras siguen girando divisas al exterior mediando sólo una declaración jurada sin control público. Las empresas ferroviarias y de transporte automotor siguen cobrando subsidios cada vez mayores para mantener funcionando servicios desastrosos, agravado por la inexistencia de un serio plan de reconstrucción del ferrocarril a nivel nacional.

Por ahora, los candidatos dicen que no habrá devaluación después de las elecciones. Permítaseme desconfiar de nuestro políticos.

sábado, 20 de junio de 2009

Chancho y glamoroso


Peña y uno de sus queridos cactus
(Fuente: Revista Gente, edición 2017, 16/03/2004)

¿Qué decir de Fernando Peña cuando él ya dijo todo de sí mismo? La pregunta surge inevitable cuando una persona hipertransparente muere. También nos interrogamos acerca de la veracidad de esa muerte, ayudados por la incredulidad de las primeras horas. ¿Murió Peña? ¿No será un acting más de este provocador nato? Esta vez no.

Él pidió que no lo lloraran, pero que tampoco "hagan una carnicería conmigo, como le pasó a Juan", dijo a la revista Gente en marzo de 2004, cuando su entrañable amigo Juan Castro falleció y su vida era carne de carroña de los medios. Entonces nos advirtió que él tenía todo preparado para el dia de su muerte y así fue. En las últimas horas vimos en la televisión sus últimas sesiones de quimioterapia, acostado en una cama de hospital con la panza hinchada y la cortina musical de los Almuerzos de Mirtha Legrand de fondo.

Peña no sólo dejó la filmación de sus últimas horas como testimonio de su lucha existencial, no sólo contra la enfermedad que lo aquejaba, sino contra los tabúes y la mediocridad de la sociedad. Sobre todas las cosas, trató de enseñarnos a mirar a nuestros alrededores y adentro nuestro para advertir nuestra fragilidad, nuestros miedos y, finalmente, pelear contra eso. Con sus permanentes acicateos, intentó evitar que nos hundamos en nuestra propia inmundicia.

Resumir la vida de Peña en unas pocas líneas sería imprudente y deshonesto. Entenderlo no fue para nada fácil, si es que alguno de nosotros puede jactarse de entender cabalmente a, por lo menos, una persona a lo largo de la vida. Sin embargo, Peña trató de entender y en esa lucha se le fué la vida. Así nacieron sus criaturas, a las que les han decretado la muerte junto a la de su creador. Como muchas veces aclaró, las criaturas tienen vida propia y están más cerca nuestro de lo que creemos. La Mega, Palito, Revoira Lynch y todos los demás siguen errando por el mundo. La única diferencia es que quien los alumbraba con un gigantesco reflector ya no está. Quizás el mundo, a partir de la ida de Peña, será un lugar más cómodo para vivir sin su aguardentosa voz recordándonos los sinsabores de la existencia. Seguramente, el mundo será a partir de ahora un lugar más mediocre que antes.

No tuve el placer de conocerlo personalmente, aunque siempre adherí con Fanny Mandelbaum cuando decía que Peña no era el monstruo mediático que construyó, sino un ser repleto de amor y ternura. Algo dentro mio me decía que Fanny tenía razón, y creo no haberme equivocado. ¿Cómo recordarlo? Eso depende de cada uno de nosotros. Yo me quedo con una frase que dijo en el programa Tiene la Palabra en 2007: "soy chancho Y glamoroso". Después, sólo queda ese silencio dramático en el que el público espera que pase algo, cuando en realidad nada pasará.

Entre amigos
De izquierda a derecha: Juan Castro, Claudio "La Clota" Lanzetta, Ronnie Arias y Fernando Peña
(Fuente: idem foto encabezado)