sábado, 20 de junio de 2009

Chancho y glamoroso


Peña y uno de sus queridos cactus
(Fuente: Revista Gente, edición 2017, 16/03/2004)

¿Qué decir de Fernando Peña cuando él ya dijo todo de sí mismo? La pregunta surge inevitable cuando una persona hipertransparente muere. También nos interrogamos acerca de la veracidad de esa muerte, ayudados por la incredulidad de las primeras horas. ¿Murió Peña? ¿No será un acting más de este provocador nato? Esta vez no.

Él pidió que no lo lloraran, pero que tampoco "hagan una carnicería conmigo, como le pasó a Juan", dijo a la revista Gente en marzo de 2004, cuando su entrañable amigo Juan Castro falleció y su vida era carne de carroña de los medios. Entonces nos advirtió que él tenía todo preparado para el dia de su muerte y así fue. En las últimas horas vimos en la televisión sus últimas sesiones de quimioterapia, acostado en una cama de hospital con la panza hinchada y la cortina musical de los Almuerzos de Mirtha Legrand de fondo.

Peña no sólo dejó la filmación de sus últimas horas como testimonio de su lucha existencial, no sólo contra la enfermedad que lo aquejaba, sino contra los tabúes y la mediocridad de la sociedad. Sobre todas las cosas, trató de enseñarnos a mirar a nuestros alrededores y adentro nuestro para advertir nuestra fragilidad, nuestros miedos y, finalmente, pelear contra eso. Con sus permanentes acicateos, intentó evitar que nos hundamos en nuestra propia inmundicia.

Resumir la vida de Peña en unas pocas líneas sería imprudente y deshonesto. Entenderlo no fue para nada fácil, si es que alguno de nosotros puede jactarse de entender cabalmente a, por lo menos, una persona a lo largo de la vida. Sin embargo, Peña trató de entender y en esa lucha se le fué la vida. Así nacieron sus criaturas, a las que les han decretado la muerte junto a la de su creador. Como muchas veces aclaró, las criaturas tienen vida propia y están más cerca nuestro de lo que creemos. La Mega, Palito, Revoira Lynch y todos los demás siguen errando por el mundo. La única diferencia es que quien los alumbraba con un gigantesco reflector ya no está. Quizás el mundo, a partir de la ida de Peña, será un lugar más cómodo para vivir sin su aguardentosa voz recordándonos los sinsabores de la existencia. Seguramente, el mundo será a partir de ahora un lugar más mediocre que antes.

No tuve el placer de conocerlo personalmente, aunque siempre adherí con Fanny Mandelbaum cuando decía que Peña no era el monstruo mediático que construyó, sino un ser repleto de amor y ternura. Algo dentro mio me decía que Fanny tenía razón, y creo no haberme equivocado. ¿Cómo recordarlo? Eso depende de cada uno de nosotros. Yo me quedo con una frase que dijo en el programa Tiene la Palabra en 2007: "soy chancho Y glamoroso". Después, sólo queda ese silencio dramático en el que el público espera que pase algo, cuando en realidad nada pasará.

Entre amigos
De izquierda a derecha: Juan Castro, Claudio "La Clota" Lanzetta, Ronnie Arias y Fernando Peña
(Fuente: idem foto encabezado)

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