miércoles, 2 de junio de 2010

El coche 10 volverá a rodar

Coche 10 en servicio en los 40 (enelSubte)

Singular alegría me causó enterarme esta mañana que las tareas de restauración del coche La Brugeoise 10 marchan viento en popa. Este coche llegó al país en septiembre de 1913 desde Brujas, Bélgica, con un diseño bastante diferente al que tiene ahora: cabinas tranviarias en las puntas para poder subir a ellos en los refugios de superficie (dos coches del Subte eran desacoplados de las formaciones que llegaban y salían por la rampa de Primera Junta para ir por superficie hasta Rivadavia y Lacarra, con servicios cortos hasta Quirno), amplias ventanillas dotadas de cortinillas para protegerse del Sol, molduras y ornamentaciones de madera de roble cuidadosamente trabajada, tulipas de bronce tallado con plafones de cristal esmerilado, asientos de patas torneadas y tapizados en cuero escarlata, pasamanos de bronce. En 1927, tras la cancelación del servicio mixto, fueron reformados a su estilo actual. Con los años, fueron perdiendo de a poco sus detalles de lujo.

Sin embargo, da pena leer los comentarios que dejan algunos en los diarios. Conocida es la polémica entre Jorge Fontevecchia y Víctor Hugo Morales sobre los comentarios que dejan los lectores en las edciones online: "algunos vomitan veneno", dijo Víctor Hugo. Lamentablemente, ese veneno corroe las mentes argentinas desde tiempos inmemoriales, y nos llevó a una decadencia de la que no se ve una salida pronta y duradera. "Las cosas viejas hay que tirarlas", "esos cajones de manzana no deberían circular", dicen.

¡Pobres de aquellos que no tienen la sensibilidad para apreciar las cosas buenas que aún sobreviven en este país! En 1913, los coches La Brugeoise transportaban un pueblo optimista y convencido de su futuro de grandeza. Hoy, transportan bestias que quieren verlos tirados en un descampado a la vera de la historia, que gozan rumiando su nihilismo criado bajo sucesivos gobiernos que hundieron al país no sólo en la pobreza material sino en la indigencia intelectual.

La identidad, tanto de las personas como de las sociedades, se construye gracias al fino hilado de las experiencias vividas. Los pueblos sin memoria no tienen identidad y estarán condenados a ser rebaño de los poderosos. Todavía estamos a tiempo de dar vuelta la Historia con pequeños gestos como el que hoy celebramos.

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