sábado, 9 de agosto de 2008

Guerra en el Cáucaso


Madonna del Sufrimiento
Tributo a las madres de Bélgica
Publicada en la revista National Geographic, volumen 31, 1917, página 551
Imagen de dominio público


Nuevamente los tambores de guerra se oyen en la región del Cáucaso. El ejército de Georgia, república soviética hasta 1991, se enfrentó con los separatistas de Osetia del Sur, apoyados por Moscú. Alrededor de mil cuatrocientos muertos dejaron los enfrentamientoes entre ambas naciones en los pocos dias que lleva el confilcto armado, por lo menos en los medios.

En aquellos años en los que el comunismo ruso llegaba a su fin, se hablaba de "fin de la Historia". Tal como escribiera en el post de la semana pasada, la Gran Guerra resucitó antigüos rencores étnicos, religiosos y nacionalistas que la política de "un territorio, una nación" del presidente norteamiercano Woodrow Wilson no pudo aplacar. Dichos resquemores permanecieron reprimidos durante casi un siglo hasta que muchos de los países nacidos en los años de la primera posguerra colapsaron bajo el peso del sistema comunista en pleno derrumbe. Años de represión y mando militar no lograron tampoco silenciar los rumores de la que Umberto Eco definió como una de las características del siglo XXI: el resurgimiento de los nacionalismos.

Lo que vemos en el Cáucaso es un eslabón más de esta cadena que no parece tener fin. Aqui podemos incluir a la guerra entre Azerbaiyán y Armenia, las dos guerras de Chechenia (rescatando las poco escuchadas denuncias de las atrocidades del ejército ruso en ambos conflictos. El éxito en la segunda ofensiva catapultó a Vladimir Putin al estrellato político.), los malestares separatistas en la república rusa de Daguestán, y los recientes enfrentamientos en Osetia del Sur.

Como miembros de la comunidad internacional, sólo nos queda denunciar las terribles consecuencias de la guerra y luchar para que nunca ocurran. Empero, nunca antes Occidente se encontró en una posición de debilidad moral como la que experimenta actualmente, sobre todo tras los latrocinios en Iraq y Afganistán. De una vez por todas debemos aprender la lección de 1914: la guerra total llevó a la destrucción de un mundo. Deben concluir las guerras: sólo sirven para que millones mueran, otros tantos queden desgarrados de dolor, generaciones enteras mutiladas para que unos pocos capitalistas se llenen los bolsillos con la venta de armas. Hasta que no concluya definitivamente esta, la forma más extrema de la explotación del Hombre por el Hombre, no seremos libres.

1 comentario:

Esteban dijo...

No sigo el conflicto, pero escuché algo el otro día, muy por arriba.
De todos modos, te escribo sólo para saludar ¡y para que veas que volví!, jejejeje. Abrazo.

Saludos.