sábado, 12 de julio de 2008

Las dos marchas


Manifestación en el Obelisco, octubre de 2007.
Fotografía tomada por Gonzalo Ciarleglio, administrador del blog.

En "La insoportable levedad del ser", Sabina, joven pintora checoslovaca exiliada en París tras la invasión soviética de 1968, participa de una marcha organizada por los estudiantes franceses en repudio a dicha ocupación a un año de ocurrida. Tras permanecer unos pocos minutos entre la muchedumbre, siente la necesidad de retirarse. "Les confió su experiencia a sus amigos franceses. Se extrañaron: <<¿es que no quieres luchar contra la ocupación de tu país?>> . Tenía ganas de decirles que detrás del comunismo, del fascismo, de todas las ocupaciones e invasiones, se esconde un mal más básico y general; para ella, la imagen de ese mal es una manifestación de personas que marchan, levantan los brazos y gritan al unísono las mismas sílabas. Pero sabía que no sería capaz de explicárselos. Perpleja, cambió el tema de la conversación." [1]

Este martes, campo y gobierno realizarán sendas marchas para convencer al Senado de la Nación y a la opinión pública de lo acertado de su posición y de lo miserable que es el otro. Asistiremos nuevamente al espectáculo de las masas arreadas con el "choripan y la coca" o con cacerolas, hacia líderes que pretenden construir un nuevo país con viejas herramientas intelectuales. Otra vez miles de personas vitoreando consignas que quizás no comprendan, reproducidas incesantemente por los que ya las profesaban.

Según me enseñaron en la universidad, la historia no puede dividirse en períodos de gobierno; mucho menos comprender la evolución de un pueblo o de un estado a partir de parcelas tan terminantes. La historia, decía mi profesor, se compone de continuidades y de rupturas. Vaya paradoja que una de las continuidades de nuestros 192 años como país es la división permanente de los argentinos. Hace unos días, la Legislatura porteña votó cambiarle el nombre a la estación Villa Urquiza, futura terminal de la línea B de subterráneos, por "Juan Manuel de Rosas" argumentando que el Restaurador no poseía calle, plaza ni monumento alguno en su memoria. Han pasado ya más de 150 años de la batalla de Caseros y todavía se discute si fue un tirano o un defensor de la patria. Las generaciones que crecieron entre 1880 y 1930 fueron educadas en la versión sarmientina de que Rosas era un tirano: de hecho, una estatua de Sarmiento, del escultor francés Rodin, está emplazada en donde se erguía la mansión de Rosas (hoy Av. del Libertador y Sarmiento, en frente del Monumento de los Españoles) como todo un símbolo del revanchismo local. Luego vino el revisionismo, que postuló a Rosas como uno de los exponentes de la verdadera tradición nacional, que tendría raices en la Argentina colonial y en el catolicismo, opuesta al liberalismo europeizante de la Generación del '80. En julio de 2008, esas heridas siguen vigentes.

El escenario actual de conflicto entre campo y Gobierno despertó, por lo menos en el plano de la semántica, divisiones que se evidenciaron violentamente por primera vez durante el primer peronismo (1946-1955), pero cuyos origenes pueden remontarse al conflicto de unitarios contra federales del que Rosas fue uno de sus emblemas, y su caída su resolución formal al dar paso a la organización nacional. Tras casi veinticinco años de democracia ininterrumpida, y a más de cincuenta años de la caída de Perón, se vuelven a escuchar palabras como: "golpista", "desestabilizador", "gorila", "pueblo si, oligarquía no", "gobierno nacional y popular", "legitimidad del gobierno elegido en las urnas", y otras más. En este conflicto, no está en juego la destitución del gobierno, como si lo estuvo en otras épocas históricas, sino la legitimidad y legalidad de sus acciones. ¿Acaso el haber sido elegido por el 45% de los votos le da al Gobierno luz verde para proceder con modales de elefante sobre la endeble estructura republicana argentina? ¿Acaso el haber sido elegido en las urnas impregna de legitimidad cada una de sus acciones? No debe olvidarse el que detenta el mando del país hoy que su poder está limitado, en principio, por el 55 % de los ciudadanos que no lo votaron y que debe ser escuchado. Este límite le marca al gobernante que está obligado a buscar el consenso; a un gobierno se lo elige para gobernar, pero en democracia esto debe entenderse como la búsqueda de acuerdos que posibiliten el desenvolvimiento a largo plazo de la Nación. Gobernar sin acuerdos, pisoteando a la oposición y a las instituciones republicanas que fueron sistemáticamente vaciadas de su contenido constitucional, como hizo este Gobierno en sus cinco años de gestión, nos acercan más a los regímenes autoritarios que a la democracia que se dice defender de la desestabilización del agro.

Si Sabina viviera en la Argentina, su rechazo a las movilizaciones se vería notablemente exacerbado ya que es evidente, ante la más nimia pregunta que realice un reportero a algún manifestante, la falta de conocimiento detrás de las consignas que se vociferan de ambos lados. Las manifestaciones populares son geniales cuando se producen a partir de un consenso de ideas previamente razonadas y debatidas entre los que pretenden compartirlas. Por eso es bueno que se respete desde ambos lados a la Constitución, supuestamente el acuerdo fundamental que nos permite vivir como Nación y uno de los tipos de expresión del pueblo. Por eso es malo que se armen actos para contrarrestar el efecto mediático que pudiere tener el acto del contrario, amparándose en la defensa de una pluralidad en un solo sentido y exponiendo al país ante un posible estallido de violencia.

Para que Sabina no se asuste de la manifestaciones populares, es necesario pensar por uno mismo, sin dejarse arrastrar por consignas trilladas y perimidas que entorpecen a la creatividad en la búsqueda de soluciones nuevas para las viejas divisiones argentinas.

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[1] Kundera, Milan, "La insoportable levedad del ser", Fábula Tusquets Editores, primera edición, primera reimpresión, Buenos Aires, abril de 2004, página 106 y siguiente.

1 comentario:

Denis Fernández dijo...

Buenas,
genial interpretación, de las mejores q he leido. Tus textos estan para publicarlos en cualquier medio. Tenés un potencial exquisito, dale mecha a esto de escribir, por favor. Los medios no se pueden perder esta comprensión de los hechos.

Ahora mismo voy a agarrar "La insoportable levedad del ser", q tengo en la biblioteca, lleno de polvo por los años q nadie lo toca y me lo voy a poner a leer. Ya venía mirándolo de reojos para ponerlo en mi mochila de lectura, pero no me animaba.

Pasate por mi blog, que hice el "Decálogo del manifiesto peronista-kirchnerista" haber q te parece.

Realmente muy bueno lo tuyo.

Saludos!