martes, 15 de julio de 2008

Me parece que me dieron mal el vuelto...


Casa en construcción en Valeria del Mar, partido de Pinamar.
Fotografía tomada por Gonzalo Ciarleglio en febrero de 2008.

En el último post del blog de mi amigo y colega Denis Fernández, "Decálogo del Manifiesto Peronista-Kirchnerista", el sexto mandamiento habla sobre la corrupción, cuestión delicada a los que ejercen la administración del Estado en cualquiera de sus niveles. El presente gobierno ha hecho de la transparencia uno de sus emblemas, pero no pudo evitar que varios escándalos salieran a la luz el año pasado: caso valijas, Skanska, Southern Winds, y las permanentes sospechas de sobreprecios en la obra pública que el ex ministro de Economía, Roberto Lavagna, mencionó en uno de sus últimos discursos antes de renunciar.

Dice mi estimado Denis: "somos honestos y queremos un país que mire para adelante y que no recuerde nuestro pasado turbio". Lamentablemente, mi amigo tiene razón; este es un gobierno que se empeña en ocultar. A la mentira de la inflación, de los índices de pobreza e indigencia, de crecimiento del PBI (todos relacionados al nivel de costo de vida) se le suma la mentira de la transparencia. El ex? presidente NK solía decir que no le temblaría el pulso para echar a los funcionarios sospechados de corrupción de su gobierno. Parece que le tembló bastante ya que hay varios ministros a los que la oposición y la Justicia le apuntan desde hace tiempo por presuntas irregularidades en el ejercicio de sus funciones.

Pero el Gobierno no es el único responsable de la corrupción. Más allá de las innegables falencias institucionales que no han hecho más que empeorar en los últimos años, existe una tolerancia social hacia este tipo de hechos mientras la economía funcione. Esto es ya casi una verdad de Perogrullo. Sin embargo, vale la pena rescatarla porque los argentinos, una vez más, no hemos aprendido las lecciones que la Historia se empeña en enseñarnos, rebenque en mano, las más de las veces. A pesar de los desaguisados éticos que se le imputan a la administración marital, la imagen pública de ambos se mantuvo relativamente estable en pleno escándalo mediático por estos hechos. Sólo la crisis del campo logró hacer mella en el poder kirchnerista, otrora inapelable.

Y aquí llegamos a la raíz del escaso o nulo combate a la corrupción, íntimamente ligada al origen del conflicto agropecuario: el exceso de poder. Los K, así también como el peronismo del que provienen en tanto forma de ejercer el poder, están acostumbrados a proceder con modales de elefante sobre el delicado mecanismo de contrapesos republicanos que dicta la Constitución. Pero esta singular conducta persiste desde hace tanto tiempo porque está legitimado ante la opinión pública mediante un tan eficaz como mentiroso discuro de redistribución de la riqueza y de justicia social que nunca llegan. A cambio de unos años de crecimiento y de una parcial disminución de la pobreza, se toleraron socialmente casos de corrupción y el continuo irrespeto a las formas legales, conducta que en los tiempos de la crisis de 2001 creía haberse superado.

Este exceso de poder producto de la legitimidad social que otorga una economía en crecimiento y un discurso mediáticamente aceitado (paradoja de un gobierno que reniega del periodismo como interlocutor válido, salvo en tiempos en donde necesita darle una imagen de mayor institucionalidad a sus políticas) llevó a los poderosos a la idea de que tienen carta blanca para hacer lo que quieran. Y así fueron superando obstáculos; a partir de una renovación de la Corte Suprema, de una independencia y nivel profesional innegables, se siguió un camino incomprensible de reforma del Consejo de la Magistratura, delegación de facultades legislativas de forma permanente al Ejecutivo, prórroga de la Ley de Emergencia Económica que el Congreso le dio a Eduardo Duhalde en el caótico 2002 y todavía vigente en una economía cuyo nivel de producto superó el pico histórico de 1998. Pero todo vale en la Argentina mientras podamos seguir comprando televisores de plasma...

Esta situación no cambió con la crisis agropecuaria, aunque algo se ha resquebrajado. La resolución 125 es vista por muchos como una expresión de este ejercicio del poder cuasi autoritario y ya no temen expresarlo; hay gobernadores e intendentes que se animan a criticar al oficialismo en público y sobre los que va a "tronar el escarmiento" una vez que se aclaren las cosas, tal como postula el Decálogo de Denis. ¿Qué planea el Gobierno para reconquistar el favor de la clase media? Si pensaste que se trataba de un cambio de rumbo hacia el respeto a las instituciones y hacia los que no los votaron (que también, por mal que les pese, son parte del pueblo), te equivocás. Publicó el diario La Nación en su edición dominical que se estudia un plan de aumentos de jubilaciones, asignaciones familiares, reducción del mínimo no imponible de Ganancias y otros "yuyos" por nueve mil millones de pesos para reactivar la economía. El campo es golpista en tanto el freno que provocó su reclamo a la actividad económica minó la forma de acumulación de poder del kirchnerismo.

El precio es aquello por lo que se intercambia una cosa. La dignidad es la imposibilidad de que esa cosa pueda intercambiarse. El poder se basa en el dinero, pero la autoridad se basa en la dignidad.




1 comentario:

Denis Fernández dijo...

Buenas,
gracias gracias, dijiste que te di una idea y era cierto. Menos mal que todos entendieron que lo del decálogo era humor ácido y que no soy un gorila, jaja.

No somos gratos de entrar en las cuestiones "no-mediáticas del Gobierno", así como no lo fuimos cuandos se lo imputó al riojano o a chupete De La Rua. Vos nombraste las valijas, el caso Skanska, SW. Están también la bolsita de la Micceli, los arreglos familiares millonarios de Albistur, los de Romina Picolotti, ¿te acordás?
También a varios cancilleres los acusaron de mantener una asociación ilícita para facilitar la importación de vehículos de lujo mediante franquicias diplomáticas irregulares.
En 2005 la Asociación Argentina de Aeronavegantes denunció que unas 150 de las 855 personas que integraban LAFSA estaban vinculadas a funcionarios y sindicalistas y que los sueldos los pagaba el Estado.

Todas estos asuntos tapados lo único que generan es más violencia, no violencia en el sentido "del golpe de manos", sino violencia intelectual, comprensiva y verbal. "Los que callan otorgan", dice el dicho es tan antiguo. Y Néstor-Cristina (son una sola persona, pero la parte de cris es la de las piernas) callaron. Callaron por el bien de su gobierno, pero dieron el sí implícitamente.

Buen aporte el tuyo para nuestra realdiad política y social, cada vez noto más que la gente está cansada de todo esto.
Ya está publicado el decálogo macrista.

Saludos!